CAFE CULTURA EN EL CAP

Café Cultura Nación

RENOVADA CONVOCATORIA CON RAÍZ EN EL SUELO NATAL Y LA CÁLIDA LUZ DE LAS ESTRELLAS Quien predijo en sentido negativo sobre la bondad de las segundas partes, no tuvo en cuenta esta nueva etapa del ciclo cultural Café Cultura Nación, programada por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de General Pinto, con Julio Galván como cabeza visible, y la sorprendente participación de un público que acompaña este espacio de intercambio ameno y coloquial, con entusiasta adhesión. Cuando la cantante popular Suna Rocha, la noche del jueves 7, describió el parentesco sanguíneo entre la tonalidad y coloratura de su voz, con su tierra natal, los árboles, los pájaros y el cielo estrellado de Las Arrias, allá en Tulumba, Córdoba, cerca del Cerro Colorado de Don Atahualpa Yupanqui, y su condicionante necesidad de interpretar composiciones y poesías comprometidas en su contenido, con su origen social, pareció flotar en el ambiente la sensación de plena identificación entre la disertante y los parroquianos, que colmaron la capacidad de la sede del Club Atlético Pintense, “Tu Karma Resto Bar”. La reconocida y pintoresca exponente de la cultura popular, habló de cuestiones que resultaron para todos familiares, reflotando sensaciones que a menudo experimentamos los pobladores de la Argentina interior, porque las sabemos propias, aunque algunas veces digamos renegar de ellas. La lectura de correspondencia personal y un paseo por el anecdotario de vivencias compartidas con Yupanqui, permitieron subrayar sentencias poéticas magistrales de Atahualpa, en directo testimonio, que despertaron el interés y la atención de una mayoría, casi, casi, absoluta Al hablar de poesía con contenido y compromiso social como esencial materia prima, para acentuar su opinión sobre el papel que les cabe a los intérpretes populares, hizo mención, además de Yupanqui, de Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez, Ariel Petroccelli, Eladia Blázquez, y otros. La cantante, que fuera pareja del talentoso Raúl Carnota, matrimonio del cual nació una hija, la emprendió sin vacilaciones contra la carencia de contenido poético de actuales interpretaciones que consiguen impacto popular, incluyendo una versión de promocionado intérprete que destroza sin piedad una letra de su ex marido. Aunque esta vez el autor que sufriera la ofensa no demandara reparación, no faltó quien presentara alegato defensivo en representación de sus ídolos. Aludiendo a una difícil relación de Yupanqui con Santiago Ayala, “El Chúcaro”, contó de su participación en un reencuentro entre ambos, motivado, entre otras cosas, por la necesidad del bailarín en la búsqueda de representar la poesía del nacido en Pergamino, de hallar la expresión coreográfica de la tierra, el viento y el río. Y como suele suceder en las conversaciones entre más de dos, o en el juego del teléfono descompuesto, la charla debate derivó por los meandros de un tortuoso río de serpentinas, que enfrentó al carisma, el cholulismo y el éxito comercial, contra el talento creativo, la calidad interpretativa y el compromiso social, como si todos ellos nunca se hubieran reunido en derredor de artistas clásicos de nivel superlativo que alcanzan el unánime reconocimiento. Como el Juan Sebastián Bach, que deleitaba a Don Atahualpa Yupanqui, sin poder ir más lejos, y sin querer pecar por demasiada exigencia en la absurda pretensión comparativa entre los genios y los artistas populares. Por encima de cualquier malentendido, la participación de la gente enriqueció la tertulia y aportó su calor a la velada otoñal, siendo el público único destinatario y razón de ser del ciclo cultural, que propone la participación, pasiva o activa, como motivo de encuentro, con el diálogo y el debate como herramientas para desentrañar el conocimiento. Todo quedó atrás cuando Suna Rocha con el molesto acompañamiento, según propia confesión, de pistas grabadas, cantó para todos. Y todos aplaudimos aquello de que no es lo mismo que vivir, honrar la vida Y mucho más festejamos, cuando con su delicioso estilo pronunció esa verdad indiscutible con ritmo de chacarera, que dice que no hay pago como mi pago.