ACTIVIDADES CAP

Rodolfo Mederos en el Café Cultura.

UNA CLASE SENSIBLE EN ARMONÍA.

Jueves 11 de septiembre por la noche, día del maestro por feliz coincidencia. La posibilidad de compartir un café y una charla en un club de nuestra ciudad, con una figura estelar como Rodolfo Mederos, es una invitación inadmisible de rehusar.

Si además, este excelso artista se dispone a regalar al público asistente exquisitas melodías y acordes, en complicidad con su instrumento, es un lujo para los sentidos, que el corazón agradece.

Los antecedentes inmediatos del ciclo Café Cultura Nación en General Pinto, revelan el acierto de la Dirección Municipal de Cultura, conducida por Julio Galván, en su programación. La convocatoria de público se acrecienta progresivamente con el transcurrir del ciclo, en clara señal de aceptación hacia una modalidad no convencional de comunicación, entre exponentes representativos de la cultura nacional y la gente, que denota avidez por establecer este tipo de contacto con los disertantes, en un diálogo abierto y despojado de formalismos. A sala llena, Mederos recorrió senderos autobiográficos que le permitieron transitar a través de la memoria emotiva, por el recuerdo familiar, el despertar de la vocación musical, y su extensa y exitosa carrera profesional. Desde la evocación de su figura paterna, ferroviario de profesión, en el paisaje cordobés, a la actualidad y la docencia. Desde aquel vecino aficionado al bandoneón en su primer contacto infantil con el instrumento, a la reciente presentación de su orquesta en Beijing. El sensible itinerario hizo escala en el encuentro con Astor Piazzolla, los duros tiempos de la llegada a Buenos Aires y el robo de aquel bandoneón, que fuera un regalo de su padre, como un permiso para abrazar su vocación, abandonando los estudios de biología en la universidad. Su incorporación a la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese, la etapa vanguardista y de experimentación en la fusión de géneros musicales y la actualidad profesional. El reencuentro y despedida con Pugliese, y su reconciliación con la simpleza expresiva de los tangos de Arolas. La conformación de su actual orquesta, sus últimos trabajos, y el reconocimiento al bailarín como partícipe necesario en la ejecución de la obra musical. Como es habitual en el ciclo, la participación del público enriqueció la calidad del encuentro, aportando calor y color, con el beneplácito de la figura convocante. Se mostró sorprendido Rodolfo Mederos, ante la pregunta de un admirador sobre su último trabajo, la trilogía Comunidad-Intimidad-Soledad, refiriendo en honesta y humilde actitud que no estaba en función promocional. Y así se fueron sumando el veterano amante del tango que inquirió sobre la ausencia de nuevos cantores, o el vecino contrariado por la imposibilidad de presenciar en vivo una formación orquestal típica por estas latitudes, como antaño. Tal era su interés que el hombre hasta se animó a consultar precio. Sin respuesta numérica, Mederos postuló a su orquesta para complacerlo, en medio de risas. Hubo quien preguntó sobre su participación en un álbum de Joan Manoel Serrat, y permitió la referencia de Mederos a la amistad, el mutuo respeto y admiración, con el catalán. No faltaron inquietudes sobre preferencias musicales tangueras, que obligaron a personalizar y no fueron eludidas, aunque las respuestas tuvieron carácter explícito en algunos casos y gestuales en la reprobación. La intervención de la juventud elevó el nivel del contrapunto, incursionando en la necesidad de generar anticuerpos frente a la transculturización, y en otro gesto del artista, ofreció proseguir el intercambio de opiniones a través del correo electrónico ofreciendo su dirección y proponiendo la acción en lugar de la declamación. La presencia del maestro Rodolfo Mederos en el Café Cultura de General Pinto como disertante e interlocutor, satisfizo en plenitud las expectativas de la concurrencia, consiguiendo crear un clima de culto a la excelencia en un ámbito en el que se respiró admiración y gratitud, emanada del público, correspondida con generosidad por el protagonista En esa atmósfera de complacencia recíproca creada, Mederos resolvió expresarse a través de su bandoneón. Dedicó a aquel admirador que lo sorprendiera por el conocimiento de su obra, un tema al que había hecho referencia en su intervención. Accedió a la interpretación de Piazzolla, por pedido del público. Y reafirmando su reconocimiento a los bailarines, como auditorio calificado y cómplice, invitó a quien se animara a bailar. Arrancó con una milonga de rompe y raja, y hubo baile. En otro gesto de humildad y grandeza, el músico se corrió hacia atrás para ceder lugar a la destreza de la pareja. Una princesa argentina, ordenó música de Piazzolla, a la hora de convertir en realidad el cuento de hadas. “Adiós Nonino”, precisamente, fue la pieza elegida. El maestro Rodolfo Mederos, que paseó su bandoneón por los escenarios más importantes del planeta junto al creador de la sensitiva partitura, ofreció al público disfrutar del privilegio real, en el marco de un ciclo cultural con acceso libre y gratuito. El soberano conmovido se puso de pié, y el aplauso estruendoso y conmovedor para el artista, se adueñó del lugar.

Nota sobre la presentación de Rodolfo Mederos en el

Café Cultura de Carlos Arechaga para el PINTO HOY y LA CALLE.-